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Piramide 3

La Pirámide de Caio Cestio, dicha también Meta Remi, constituye actualmente el único ejemplo supérstite de una serie de edificios similares que surgieron en Roma, a partir del siglo I a.d.C., siguiendo las modas orientales. La conquista del Egipto, que finalizó con la batalla de Azio del año 31 a.d.C., sugirió a los ricos un nuevo tipo de monumentos funerarios. Construir un monumento fúnebre a lo largo de las rutas principales era la mejor manera de dejar su propia memoria inmortal. Sabemos que en Roma existían otras dos o tres pirámides.

Una se encontraba en la actual Vía de la Conciliazione, su nombre era Meta Romuli o Meta di Borgo, y fue representada en varias reproducciones, como por ej. la puerta de bronce que el artista Filarete fundió entre el 1433 y el 1445 para la Basílica Vaticana. Pero Alejandro VI, en ocasión de la apertura de la Vía Alessandrina en el 1499, empezó la eliminación de esa pirámide que en pocos años derrumbó por completo. Una tercera y quizás cuarta pirámide surgían

al costado de la Vía Flaminia, en la Piazza del Popolo.

La pirámide Cestia posee un lado de base largo 29,50 metros (cien pies romanos) y mide 36,40 metros de altura. Fue realizada por un macizo núcleo en cemento, en cuyo interior se coloca la cámara sepulcral, constituida por una bóveda de cañón y que mide 5,85 x 4 metros. Está decorada con candeleros, jarrones y figuras de mujeres (Las Victorias). El revestimiento externo está hecho por mármol de Luni. En las 4 esquinas había 4 columnas, dos de ellas son actualmente visibles, habiendo sido recuperadas en el curso de las excavaciones del año 1660 y reubicadas.

La pirámide fue construida en 330 días según el testamento de Caio Cestio Epulo, que era Settenviro Epulone, es decir miembro del consejo de sacerdotes responsables de los banquetes religiosos. Podría tratarse del mismo Pretore que construyó el puente Cestio entre la isla Tiberina y Trastevere.

La construcción de la Pirámide podría fecharse entre el año 18 y el 12 a.d.C. El sepulcro fue violado en la Edad Media por buscadores de tesoros que penetraron a través de un subterráneo por el lado norte, como menciona Antonio Bosio, el gran explorador de cementerios de Roma cristiana que pudo acceder en el XVII siglo. En el año 1663, bajo Alejandro II, la pirámide fue objeto de nuevas excavaciones y hasta se pensó de transformarla en pequeña iglesia cristiana.